Había una vez un lago. El lago era azul, rodeado por una larga y alta muralla de piedra. Nadie nunca había cruzado hacia dentro del lago; todos fallaban al intentar pasar por arriba. O se caian o no pasaban, o simplemente se cansaban a medio camino y decidian regresar.
Al final de la muralla había una silueta inscrita en ella, con las medidas exactas de una mujer. Cabeza, brazos, piernas, todo con una medida exacta para una unica mujer.
Como nadie habia podido entrar en esa silueta no sabian para que servia o de que funcionaba.
Había una pareja. Dos chicos enamorados. Ella la princesa del lugar, la chica mas bonita de todas, la que todas querían ser como ella, una niña huérfana que había sido dotada con una belleza y una ternura impresionantes. El un chico ordinario. Ellos se amaban contra todo. La gente le decía a ella que porque estaba con un tipo como el, que se merecía alguien mejor pero a ella no le importaba pues ella estaba enamorada. Su relacion era conocida alrededor de todo el lago por la belleza de ella y la simpleza de el.
Un día llego al lago una extranjera. Una chica muy bella que atrajo la atención de todos, hasta de el novio de Elle, que era el nombre de la chica hermosa. La chica nueva cruzo todo el lago en busca de alguien que la acompañara en su aventura de cruzar la muralla. Estaba a punto de rendirse hasta que vio a la dulce pareja y se enamoro perdidamente de Rafael. Elle noto esto desde el momento que sus miradas se cruzaron e intento, inútilmente, de no dejarlos verse, pues estos al conocerse y hablar comenzaron a salir a escondidas y a enamorarse uno del otro.
Rafael comenzó a alejarse de Elle cada vez un poco mas. Ya no se veían tan seguido, siempre estaba ocupado y buscaba excusas para alejarse de ella o terminar sus citas mas rápido. Elle sentía que se rompía por dentro, pues ella lo amaba y el se había enamorado de Giz, la chica viajera. Un día iba caminando por alrededor de la muralla cuando por accidente se tropezó y con su mano toco el lugar donde estaba plasmada la mano de la silueta. Se dio cuenta de que las dos estaban a la medida exacta y que quizás era su silueta la que estaba marcada en aquella muralla. Justo en ese momento iban pasando Rafael y Giz. Elle se puso a pensar que era lo que le quedaba en el mundo. Su enamorado se habia ido con otra y no le quedaba una familia que la apoyara. Corrio hacia Rafael y le pregunto:
-Rafael, ¿que sientes por mi?, ¿aun me amas?
-Elle, me gustas mucho y quizás estoy enamorado de ti. Pero no te amo, lo siento.
Estas palabras entristecieron a la joven quien corrió a poner su cuerpo en la silueta de la muralla sin mirar atrás. Como era de esperarse quedo perfecto. De repente, una luz brillante salio del cuerpo de la joven quien desapareció al instante. Con esto, como si fueran puertas, las paredes de la muralla comenzaron a abrirse, dejando espacio para que pudieran pasar una persona a la vez. Giz y Rafael corrieron rápidamente al lugar y entraron sin pensarlo dos veces.
Mientras caminaban por un puente que los acercaba a la pequeña porción de tierra en medio del lago, una loza se avistaba frente a ellos. Esta decia:
Dichoso aquel que logro tener contacto con esta loza.
Retírese aquella persona cuyo corazon no es guiado por el amor verdadero.
Queda bajo su propio riesgo entrar, aquel con un corazón impuro.
Al terminar de leer la loza, esta desapareció frente a sus ojos y en el mismo momento, frente a ellos, desde la tierra, se fue creando una choza cualquiera. Hecha de madera y paja, se termino de crear y se hizo una puerta en forma de arco. Entraron. La choza era pequeña de una sola habitación. Había dos sillas de madera en el centro y una carta hecha a mano que decia:
Si su amor es verdadero, y entre ustedes hay cariño, por sobre las apariencias, lograran sentarse sin ninguna dificultad.
Giz se sentó, y no ocurrió nada, pues su amor por Rafael se había hecho sincero y completo. Rafael estaba a punto de sentarse cuando la silla se levanto y desapareció en el aire. Giz lo vio con extraño y de repente frente a los dos se apareció una densa nube gris. De dentro de la nube una luz verde hacia escuchar una voz, cuyas palabras eran:
- Mentiroso tu corazón es, puesto que a la persona que mas amabas y que era para ti, la dejaste sacrificarse por tu imprudencia. Gracias a ti, la única persona que de verdad dio la vida por ti, ahora esta perdida, en un lugar inimaginable. Donde alguna vez amor hubo, tu lo convertiste en interés, puesto que ella lucho por su amor, sin importar las criticas de los demás y tu solo imaginaste que la tenias comiendo de tu mano. Amor no hay en tu corazón, y por eso tendrás un castigo. Nunca tendrás alguien que te ame de verdad y siempre veras como te destruiste a ti mismo. Hasta el fin de los tiempos, ese sera tu castigo.
Así como termino de hablar la voz, Giz se convirtió en viento que fue respirado por Rafael. En ese momento su cuerpo comenzó a cambiar entre luces incandescentes y un canto parecido a una invocación a los dioses. Rafael no pudo mas y se desmayo.
Cuando despertó estaba tirado en un bosque que no conocía. Su cuerpo había cambiado completamente, ahora era una mujer, pero al parecer esto no tenia importancia pues actuaba como si nada hubiera pasado. Pareciera que siempre lo había sido. Tomo una mochila que estaba a su lado y comenzó a caminar, hasta avisar una gran muralla. Al acercarse vio que alrededor de la muralla había un pueblo de personas que estaban felices ahí. Comenzó a caminar alrededor de la muralla buscando una forma de entrar, pues tenia muchas ganas de averiguar que se ocultaba dentro de esas paredes de piedra. Cuando cambio la mirada vio a una pareja. Un chico hermoso, parecía un príncipe. Su cabello largo y rubio se veía que se movía con el viento, y estaba agarrado de una chica ordinaria.
Se acerco.
